8 dic 2014

La paz no es ausencia de guerra...

|8 dic 2014

Recordando el escrito de Ferney Montenegro sobre la Paz es el camino, encuentro razonable que los jóvenes inteligentes como él, anhelen y quieran creer que lo que están haciendo entre Santos y Timochenco es la pacificación del país.

Hay guerras que no son de fusiles sino de otro tipo como la verbal entre Uribe y Santos y dicen que son democráticos. La democracia consiste en el predominio del pueblo en los asuntos políticos; aquí no se cumple.

También hay guerras económicas, sociales, religiosas, de grupos étnicos. En el fondo, todas ellas tienen las mismas raíces: falta de aceptación, tolerancia entendimiento y la más importante de todas: AMOR.

Los protagonistas mundiales, nacionales, locales y hasta parroquiales no piensan con amor, no les interesa el vecino más cercano. Por supuesto, del lejano ni se acuerdan. Todo lo traducen en términos de dinero y ahí es donde se desbarajusta todo. Lo de La Habana es un gran negocio entre dos potencias: por una parte, la poderosa guerrilla, cartel de traficante reconocida como una de los más grandes del mundo y con ingresos además por extorsión, secuestro, boleteo; y por la otra, el gobierno nacional ensoberbecido y obsesionado por lograr (¿) lo que no hizo su antecesor.

Las reuniones de La Habana son para definir cuanta tierra nos quitan a los campesinos para dársela a ellos, cuanta curules del Senado y cuantas de la Cámara, como será su circunscripción, que ellos pasan de victimarios a víctimas y entonces cuanta será la indemnización.

Nuestros gobernantes siempre hablan mal del antecesor. Tenemos un “club” de expresidentes que siempre quieren pontificar de lo humano y lo divino y hasta de lo que no existe; se creen sabios y parecen chismosas de cocina.

Alguno de los protagonistas de las conversaciones de la Habana habrá leído, si quiera, por una vez, la oración por la paz de San Francisco?:


Señor, hazme un instrumento de tu paz;
Donde haya odio, ponga amor;
Donde hay ofensa, perdón;
Donde hay duda, fe;
Donde hay desesperanza, esperanza;
Donde hay tinieblas, luz;
Donde hay tristeza, alegría.
 Oh Divino Maestro,
Que no busque yo tanto.
Ser consolado como consolar.
Ser comprendido como comprender.
Ser amado como amar.
Porque dando se recibe.
Perdonando se es perdonado.
Y muriendo a si mismo
Se nace a la vida eterna.

O sea exactamente al contrario de lo que hacen los de La Habana. Entonces ojalá firmen un acuerdo para que dejemos de tener niños muertos, secuestros, extorsión, narcotráfico, vandalismo y tantos otros males sobre los cuales están negociando pero no olviden que, para lograr la paz, debemos empezar en nuestro interior y acoger y aplicar la oración de San Francisco

Artículo publicado por: Gustavo Echeverri

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